La primera medida que va a tomar esta meditación akáshica cuando comiences a practicarla, es alinear tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. Ya acometió su hazaña número uno: enseñarte cómo conquistar la paz interior. No satisfecha con eso, los colocará en armonía con todos los reinos de la naturaleza. Ya va por el segundo logro: recordarte que somos un sincretismo de la madre tierra, y que todo lo que le hacemos, para bien o para mal, nos lo estamos haciendo a nosotros mismos.
Como aún no le alcanza para expresar todo su poder, esta meditación decodificada de los Registros Akáshicos también te va a sincronizar con el planeta Tierra. Aquí ya te demuestra cuánto necesitamos a todos los seres que conviven con nosotros en esta casa, y cuánto debemos respetarlos para estar sanos y equilibrados. Pero es tan ambiciosa, que también te alineará con los mundos habitados en nuestra dimensión y en la totalidad de las otras dimensiones.
Te quedará a ti, en esta última instancia, averiguar qué es lo que esta sencilla y maravillosa meditación akáshica vino a enseñarte.
Procedimiento:
Imagina un árbol de grandes raíces en un campo muy verde y fértil.
En el cielo celeste ves proyectada una estrella de seis puntas, paralela al suelo. Está alineada con el eje central del árbol.
Visualiza otra estrella exactamente igual pero debajo del tronco, que descansa a veinticinco centímetros en la profundidad de la tierra.
Repite tres veces en voz audible la palabra:
MIDUMEZA DUBIYU BAGEBI FEDI
Sostén la imagen por tres minutos.
Puedes repetir esta meditación akáshica hasta tres veces por día.
Pablo Vaserman